miércoles, 4 de noviembre de 2015

NO ME DEJES (NE ME QUITTE PAS) de Màxim Huerta


Màxim Huerta vuelve a llevarnos de viaje a París. A ese París que él tan bien conoce y que tan bien nos dibuja, paseándonos por sus calles, y descubriéndonos sus cafés, sus plazas, sus rincones.

Esta vez, en “No me dejes”, nos conduce de la mano de Violeta, una joven española que llega a París huyendo de un amor, de una familia, de una vida… Allí conocerá a Dominique, un hombre próximo a jubilarse, que le dará trabajo en su floristería, y coincidirá con Mercedes y Matilde, dos señoras mayores, que huyendo de amores o tratando de encontrarlos, recalaron hace muchos años en París y que, desde que se conocieron en la capital francesa, sólo se tienen la una a la otra.

“No me dejes” nos presenta distintas historias de amor. Historias de distintos amores. En el más amplio sentido de la palabra. Amor enamorado, amor fraternal, amistad, amores de juventud, amores maduros… Nos habla de amores vividos. De amores soñados. De amores robados. E, incluso, de amores improvisados. De perder cada uno de esos amores. De volverlos a encontrar.

Nos lleva a un viaje interno, en el que todos podemos sentirnos reflejados en alguna de las etapas. Porque todos, de una manera o de otra, amamos o hemos amado. Incluso una, que es una auténtica descreída en el amor, ha terminado enamorada en esta novela. Enamorada de Dominique, un hombre de setenta y tantos años. Enamora de dos ancianas con más vida por detrás que por delante. Enamora de una joven a la que la vida todavía tiene mucho con lo que sorprender. Enamorada de un tipo desleal y arrepentido. Enamorada de un alma pura. E incluso enamorada de una camarera que un día se desabrochó un botón. Porque en “No me dejes” los protagonistas traspasan el género y la edad. Porque los personajes se convierten en personas.

Màxim nos regala una mezcla de sentimientos, que hace que pases las páginas de la novela queriendo avanzar a pasos cortos y de puntillas, para no molestar a sus protagonistas, para convertirte en un espectador más, sin querer interrumpir a ese narrador, que magistralmente va cambiando para ser siempre el mismo.

Una novela íntima y pura. Una historia en la que los caminos se cruzan y se enredan para poder seguir cada uno con el suyo. Un relato que, si eres un poquito humano, te hará reír o te hará llorar (o ambas cosas, incluso a la vez), pero que desde luego no te dejará indiferente.

“No me dejes” toca el corazón y el alma. Se te agarra y no se te desprende. Y te metes en ella y la haces tuya. Y ella te hace suya. Y te posee como sólo lo hacen los buenos amantes. Porque ‘todos tenemos hipotecas emocionales’.



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