Poco sé de
Rubén Turienzo, autor de esta novela, aparte de que es profesional de la
comunicación y tienes varios libros publicados de liderazgo y coaching (apenas
lo que puedo ver de él en las redes sociales).
Según
parece, “Los tacones de Dorothy” es una revisión de “Los tacones de Oz”, ya
publicada en 2008, la cual he de confesar que no he leído, por lo que sólo
hablaré de la segunda publicada.
Rubén da una
vuelta al cuento del Mago de Oz, y nos traslada a vivirla al NY actual,
modernizándola, pero consiguiendo que no pierda un ápice de encanto. El Reino
de Oz es una enorme agencia de Publicidad, que, por supuesto, tiene su propio
camino de baldosas amarillas. Dorothy es una Directora Creativa llegada de
Kansas, que hará todo lo posible por salvar el reino y conocer a un “mago”
aparentemente desaparecido. En su camino, tendrá que luchar contra una implacable
bruja (Directora Financiera), contando con la complicidad de un creativo que
piensa que ha perdido su inteligencia, un directivo aparentemente sin corazón y
un compañero que sin valor para enfrentarse a las circunstancias. Un camino que
realizará con unos fantásticos zapatos rojos (unos maravillosos Manolo Blahnik en este caso) que
le ayudarán a pisar fuerte.
Maravilloso
relato contado a dos voces, por dos personajes distintos, pero que no se
contradicen, si no que se complementan en todo momento. Un relato en el que las
vivencias de sus personajes se entremezclan con pequeñas historias y cuentos
que son lecciones de vidas.
Una novela que, sin ser un libro de autoayuda ni
pretender imponer ningún tipo de moralina, se sirve del mundo de la publicidad
para hacer ver la vida y el día a día con unos ojos distintos. Una historia que
nos enseña que todos somos marionetas y titiriteros en nuestra propia vida.
“Somos lo que hemos ganado y lo que hemos
perdido, lo que pagamos y lo que debemos; somos lo que nos gusta y aún más lo
que odiamos. Somos un truco de magia, un azar casi imposible de la naturaleza
que cuando se pone en contacto con otros trucos de magia hace que surja la
ilusión”.
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